lunes, 1 de agosto de 2011

Cúmulo globular

¡Hola!

Tras bastante tiempo, he vuelto a la observación telescópica de espacio profundo. Mis últimas observaciones telescópicas de ese tipo son las de, o bien alguna estrella doble, o bien la Gran Nebulosa de Orión (M-42/NGC1976) y las Pléyades (M-45). Por lo tanto, ¿qué mejor época que esta para quitarse el mono, con el gran núcleo galáctico pasando por el meridiano a medianoche?



Centro galáctico en una noche de verano

Centro galáctico en una noche de verano


Tras preparar el telescopio, apunté a Alpha Aquila para hacer unas calibraciones. Con un programa instalado en el móvil, junto a su acelerómetro, hice unas mediciones, que consistían, básicamente, en medir la distancia angular entre el horizonte y la estrella. Tras calibrarlo (tenía un error algo mayor de 1º) con el programa "Cartes du Ciel 3.2", que me daba las coordenadas altazimutales, pasé a apuntar otra estrella, en este caso, se trató de Kaus Borealis, de Sagitario. El objetivo no era otro que comprobar la calibración (al igual que se hace al alinear una montura ecuatorial: pasar de una estrella a otra para comprobar la declinación). En este caso, el error era despreciable, coincidiendo con el margen de error del programa. Incluso con un error de esa magnitud a la hora de apuntar a cualquier objeto, éste aparecía cercano al centro del campo con el ocular de mayor focal, y dentro del campo en el de menor.



Programa Cartes du Ciel

Programa Cartes du Ciel


Tras dichas calibraciones, me dispuse a apuntar a los más conocidos objetos de la zona. Por desgracia, los objetos que quería apuntar, Laguna y Trífida, estaban muy al oeste, lugar inaccesible con el telescopio desde ese lugar de observación. Entonces, miré el atlas y encontré un objeto en el que, anteriormente, no había reparado. Estaba situado unos 2,5º al este de Kaus Borealis. Su magnitud aparente, de 5,1, lo hacía suficientemente brillante como para que se pudiera ver a simple vista, siempre que no hubiese contaminación lumínica. Y aun con ésta, se podría ver con cualquier anteojo, a no ser que la contaminación fuese muy fuerte. Exacto, estoy hablando de M-22. Apunté, entonces, hacia esas coordenadas. En el límite. Si hubiera esperado unos 5 minutos más, M-22 sería tan inaccesible como Laguna y Trífida. Miré por el buscador para centrarlo lo más posible en el ocular. No lo veía. Espera. ¡Lo veo! Una estrella débil y difusa, en la zona donde debía estar el cúmulo. Lo centro en el buscador y pongo el ocular de mayor focal (25mm) junto al filtro de neodimio, que resta algo de contaminación lumínica.

Miro por el ocular. Sí, aparece centrado. El cúmulo aparece como una pequeña nube aproximadamente esférica, en la que no se podían separar muchas componentes. Algo normal. Como muchos de vosotros sabeis, al observar un objeto no estelar, hay que estar observando bastante tiempo para que el ojo coja detalles, se acostumbre al objeto...



Simulación de la vista del cúmulo

El cúmulo se veía más o menos así. Dibujo de Mariano Gibaja


Tras 2 minutos, M-22 ya se apreciaba como una nubecilla de estrellas, algo débil, debido a la contaminación y a que sólo medio primario recogía su luz, pues la otra mitad había pasado ya a la zona de inaccesibilidad. Sin embargo, tenía ya muchos detalles, como, por ejemplo, que su forma no era totalmente esférica, sino que era alargado. Las estrellas, que ya se podían individualizar en gran medida, parecían azules, a pesar de que sabía que eran rojas. El espectáculo era tan bello que olvidé uno de los detalles más básicos de la observación de objetos débiles: no utilizar la visión directa, sino que, con el objeto en el centro del campo, mirar al borde de dicho campo. Cuando lo recordé, me dispuse a realizarlo. El cúmulo cambió notablemente. Estrellas antes no visibles aparecieron rápidamente. La forma del cúmulo se definió aún más. Entonces, el cúmulo, en su totalidad, entró en la zona de inaccesibilidad, mientras que yo, al igual que con lo que es bueno, me quedé con ganas de más.

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