sábado, 18 de octubre de 2014

Y así se cumple la "profecía"...

¡Hola! Aproximadamente un año ha pasado desde que compré mi Nexus 7. Es algo que podemos recordar al leer Como cada año, tenemos "cachivache" nuevo. Sin embargo, esta entrada no va dedicada a dicha tablet. Como podéis ver en la entrada del año pasado, en el párrafo final, expreso mi deseo de que una imagen, situada en su parte superior, se haga realidad, y sostengo que es probable que, en las mismas fechas del siguiente año, esto se cumpliese. Esta entrada significa que hace unas semanas, unos 11 meses después, se cumplió la "profecía".
¿Qué esconderá?
¿Qué esconderá?
En efecto, casi un año después, y tras probar la experiencia Nexus, mi smartphone, un Sony Xperia P, se empezó a quedar corto. Además, poco a poco empezó a tener más problemas, tales como menor autonomía, algún que otro brick (se solucionaba formateando vía flash, pero no era nada cómodo), y lag con las llamadas (a veces tardaba más de una decena de segundos en sonar, y otros tantos en contestar dicha llamada). Tras más de año y medio con él, llegaba el tiempo de renovar.

¿Cual sería mi nuevo smartphone? Sony lo descartaba, por precio y su acelerada obsolescencia (que había sufrido con el P y a punto estuve con el Neo V). Samsung tampoco, tanto por precio como por su capa de personalización, que no me gusta demasiado. De hecho, no quería ninguna capa que se diferenciase un mínimo de AOSP. ¿Probaría suerte con algún chino? Tienen precios muy competitivos para lo que ofrecen, pero temo que no tendrían el mismo soporte que alguna de las marcas clásicas.

En definitiva, o bien optaba por un móvil normal y barato para meter AOSP (Cyanogen), o intentaría repetir la mejor experiencia Android que he tenido... la experiencia Nexus. Y así obré.

A decir verdad, desde que salió el Nexus 5 quise un smartphone Nexus. Sin embargo, eran bastante más caros que los smartphones que había tenido, y el Xperia P había cumplido sólo 8 meses. Tras los bricks del Xperia, me tomé más en serio que era hora de dar el salto. Esto vino unido al despertar de una nueva afición, el desarrollo Android, que empecé con mis primeras modificaciones a WhatsApp. Comencé a ahorrar. Aún quedaban muchos meses para mi cumpleaños (mi objetivo) y para entonces habría salido el hipotético Nexus 6. A un mes y medio de la fecha prevista, había conseguido ahorrar lo suficiente para el Nexus 5. La duda era si comprar éste o esperar lo poco que quedaba para comprar el Nexus 6 que, supuestamente, se llamaría Nexus X. Pero filtraciones del precio, así como más errores del Xperia (la batería me duraba apenas horas y coger llamadas era ya una utopía) decantaron la balanza.

Se nota la diferencia de tamaño...
Se nota la diferencia de tamaño...
Así, 3 días antes de mi viaje a Oporto (del que aún estoy escribiendo la entrada, estoy realizando algunos cambios a nivel interno en el blog para mejorar su estabilidad), me aventuré a comprarlo vía Amazon (ya que sería 50€ más barato que en Google Play pero manteniendo una garantía similar). Dos días antes del viaje me llegó, y al día siguiente la funda. He de decir que, si la experiencia Nexus que tuve con la Nexus 7 era ya muy buena, de sobresaliente, con el Nexus 5 ésta llegó a matrícula de honor. El nivel de fluidez es impresionante, y el único lag que he tenido ha sido a la hora de cargar el mapa 3D de Los Angeles en Google Earth (y con unas cuantas apps ya abiertas en la multitarea).
Vista trasera de los Nexus Vista delantera de los Nexus
Doble Nexus, sensación única
Por lo tanto, ahora tengo smartphone y tablet para rato. Lo bueno de los dispositivos Nexus es que envejecen bastante bien, y más aún con la llegada de Android 5.0 Lollipop (versión que ya disfruto en la Nexus 7, no así en el Nexus 5 debido a que estoy esperando a la OTA).

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