Hace apenas unos días (los que me sigan en Twitter lo sabrán ya, si no lo haceis podeis seguirme en @Adrisoft13), me llegó un nuevo accesorio astronómico, tal y como dice el título. No se trata de ningún tubo, ni ningún ocular o similar. Se trata de algo que me podrá servir tanto para observación con mi antiguo refractor de 60mm, como para astrofotografía de gran campo. Se trata de mi primera montura ecuatorial.
Entonces, ¿por qué se venden monturas altazimutales, si en la ecuatorial hay tantas ventajas? Esto se debe a que una altazimutal es mucho más asequible que una ecuatorial. Por ejemplo, la montura de mi dobson, que es altazimutal, tiene un precio tan bajo que podría considerarse despreciable: en materiales, no llegaría a 15-20 euros; una montura ecuatorial que soportase ese tubo costaría, como mínimo, 300 euros.
Otra desventaja consiste en el uso. Así, mientras una altazimutal, ligera y transportable, sólo necesita ser instalada en el suelo para comenzar a observar, la ecuatorial, más pesada y grande, necesita ser instalada en el suelo, nivelada, contrapesada y alineada con la polar.